En las sociedades modernas, los dos tipos de medicamentos más vendidos nos sitúan en los extremos de los estados de ánimo: ansiolíticos y antidepresivos. El bienestar y la salud ineludiblemente pasan por tener un buen estado de ánimo: ya puedes ser la persona más fitness del planeta, que sin alegría te sentirás derrotado y sin energía vital.
Cada vez son más los estudios que relacionan los estados depresivos con la aparición de determinados síntomas posturales, que remiten en gran medida cuando dicho estado psicológico mejora. A este respecto, el aspecto de hombros hundidos, cabeza baja, expresión facial triste, son una constante cuando el estado de ánimo se orienta más hacia la depresión.
Se trata de un camino de ida y vuelta, en el que aunque no te sientas de esa manera, el reforzar tu postura y expresión facial hará que el estado de ánimo se vea alterado en positivo: a tu cerebro le cuesta estar deprimido si su postura corporal le indica que no se siente así.
Si a nivel de ejercicio te cuesta encontrar estrategias para mejorar dicha postura, opta por actividades donde esos parámetros también se modifiquen, o cambien: el baile, por ejemplo, moviliza mucho la zona torácica, sociabiliza, saca muchas sonrisas y evita que la cabeza se agache.
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